Tedio, cansancio, hambre, sueño, bronca a veces, son frecuentes compañeros de mis últimas horas de trabajo, cuando ya la ciudad se acostó y la rotativa empieza a girar.
Pero seguramente faltará una inútil imprescindible foto más, necesaria para quien sabe qué y nunca publicada, lo que hace que deba echarme el bolso al hombro y recorrer nuevamente las calles semidesiertas.
Luces, sombras, colores y fantasmas integran un extraño calidoscopio que me acompaña al caminar …
Santiago Echaniz, invierno de 2006.